lunes, 15 de septiembre de 2008

Nuevos puntos de vista producidos por la administración científica.

Las condiciones de oportunismo y abundancia marcaron el pensamiento en la administración de principios del siglo XIX y el ambiente administrativo en el cual se encontró Taylor; utilizando principios científicos, promovió nuevas actividades con gran contraste a las existentes en su época.
Por ejemplo, la administración científica propugnaba la conservación y el no desperdicio. La administración, poco a poco, se dio cuenta de que esta desperdiciando las instalaciones de producción y que una forma de ser más efectivo como administrador, era eliminar esos desperdicios de esfuerzos y de tiempo.
Por su propia naturaleza, la administración científica motivó un ambiente de investigación en todas las alternativas, de cualquier tipo de esfuerzo para determinar, científicamente, cuál sería el mejor camino para cada caso en particular.
En el trato de la fuerza de trabajo, administración científica llevó a una nueva época. Veía a la administración y la fuerza de trabajo, como un equipo que, trabajando juntos, podían superar los mejores esfuerzos individuales. Promovía y pedía una nueva imagen de cooperación.
Por último, bajo la influencia del individualismo y la práctica aceptada del cambio repentino, la administración había tenido que ser revolucionaria en sus decisiones, frecuentemente mal consideradas, desde un punto de vista integral. La administración científica, con su énfasis en la planeación, el uso de normas, investigación y esfuerzo cooperativo animó a la administración, a llegar a conclusiones después de investigar, a utilizar principios en cada situación en lugar de la intuición y de la improvisación.
Estos puntos de vista, en aquella época considerados radicales, son actualmente comunes y aceptados universalmente en la práctica; y esta aceptación es una indicación del efecto total de la administración científica.

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